10
de agosto. Lunes. Hace unos días fue nuestro antiguo día, el último en el que
el año pasado cumplíamos otro mes más siendo "nosotros". Sí, me
acordé de ti, pero también me acordé que te he borrado de mis contactos, como
me han recomendado, para no volver a meter la pata al hablarte y querer saber
de ti. Me acordé de nuestras últimas conversaciones, las raras y en días
cualquieras pero no indiferentes. En una me afirmaste que te arrepentías de
haberme dejado y haber dejado de saber de mi, pero no había hechos, de esos que
tanto me gustan para verificar las palabras. En otra, de las últimas, me
dijiste que todos ts hechos y todas tus decisiones tenían su motivo y un
porqué. Cosa que, como supuse en su momento y sigo sintiendo ahora, me
ocultaste muchas cosas.
Pero
ahora, quizás ya sea demasiado tarde para ti, para nosotros. Quizás yo haya
dado un paso más hacia el precipicio, arriesgándome, arriesgándolo todo, como
hice por ti, pero esta vez no es por ti, esta vez mis palabras no llevan tu
aliento, mi corazón no lleva escrito tu nombre.
Sigo
teniendo esos momentos de recuerdos, de tu mirada en la mía, de tus manos
enredadas en mi pelo y tu piel sobre mi piel, de todas esas conversaciones con
historia o con la más loca de las historias sin sentido.
Gracias
por tanto y tan poco. Gracias por haberme dejado ser tu primera mirada y
sonrisa, tu primer amor, tu primer beso, tu primera caricia, tu primera pareja
y esa primera chica que imponías a tus padres a aceptar, tu primera noche en
vela y tu primera discusión romántica y absurda, tus primeros celos y tus
primeros recelos, tu primer suspiro y tu primer delirio. Gracias por haber sido
también mi primer todo.
Pero
el amor, por suerte o por desgracia, siempre deja marca. Y la tuya es muy
profunda aunque ahora intente llenarla con otro nombre, con otro hombre que,
aunque esta vez no seamos un primer amor, quizás sí seamos un amor profundo y
verdadero, ése del que aunque te pongan entre la espada y la pared con tu vida
en riesgo, seas capaz de cerrar los ojos, respirar y decir con calmada voz
"Ella es mi chica, es la mujer que quiero tener junto a mí, en mi vida,
hasta el último de mis días. Y si te molesta, no mires. Y si te duele, te jodes.
Ahora sonríe y no es por ti."
19
de agosto. Dos veces que voy a escribir en la misma entrada.
Todo
ha dado un giro brusco y, aunque me cueste admitirlo, quizás esperado.
No
hay nada ni nadie que no se esfume al fin y al cabo...
El
amor, quizás, existe... pero para mí, ya no. Creo que estoy empezando a creer
que, verdaderamente, yo no sirvo para tener un amor que me demuestre que hay
relaciones de amor verdadero y que pueda durar toda una vida. ¡Qué putada! ¿No
crees?
Estoy
muy, muy, muy harta de llorar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario